lunes, 14 de junio de 2010

RECUPERANDO EL TIEMPO PERDIDO

En la ciudad de Brasilia, el día 26 de octubre de 1998, Perú y Ecuador, firmaron el Acuerdo Definitivo de Paz (Acuerdo de Brasilia), dando término, “en forma global y definitiva”, a las disputas fronterizas que hasta entonces, significaban un doloroso costo de vidas humanas para ambos países, desde muchas décadas atrás. Con este Acuerdo, ambos países suscribieron que dejaban detrás “décadas de confrontación, desconfianza y pesimismo atávico”, ratificando la Declaración de Paz de Itamaraty, firmada en Brasil, el 17 de febrero de 1995.
En ese entonces, Alberto Fujimori y Jamil Mahuad, jefes de Estado de Perú y Ecuador respectivamente; así como Fernando de Trazegnies Granda y José Ayala Lasso, cancilleres de ambos países, fueron los suscriptores de histórico documento que, 12 años después, tras la visita del actual Presidente de la República de Ecuador, a nuestro país, no podemos dejar de recordar y sentir satisfacción por tan plausible y valioso acto en pro de la paz latinoamericana.
Sin embargo, ese grandioso paso en la construcción de la paz entre países vecinos, ha facilitado la expresión de malestar frente a ese otro diferendo fronterizo con el vecino país del sur: Chile. Proceso contencioso que ya está en manos de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, con sede en Holanda, el mismo que mantiene expectantes a los gobiernos de Perú y Chile, actores principales en este poco agradable suceso. (El canciller peruano, José Antonio García Belaúnde, y el canciller chileno Mariano Fernández, son los representantes de ambos estados, en este proceso internacional).
Rafael Correa, distinguido visitante y representante del estado ecuatoriano, fue condecorado con la Medalla de Honor en el grado de Gran Cruz, por nuestro Congreso de la República, en la mañana del día jueves, aseverando en su discurso de agradecimiento que nada ni nadie, absolutamente nadie, “podrán hacer que volvamos siguiera a pensar en un conflicto territorial que reavive la lucha entre hermanos”.
Dos días antes, también fue condecorado por Alan García Pérez, jefe del estado peruano, con el Gran Collar de la Orden “El Sol del Perú”, en el Salón Dorado de palacio de Gobierno. Ambos jefes de estado, concordaron en que ha llegado la hora de “recuperar el tiempo perdido”, y dejar atrás de una buena vez aquella época en la que ambos estados —atribulados por periódicas crisis que los saquean hasta quitarles toda esperanza de superación—, invertían grandes capitales, y básicamente invalorable capital humano, en indeseables y diabólicos fines como aquellos que caracterizan a todo conflicto bélico.
Todo ello, paralelo al cuadragésimo período ordinario de sesiones de la Asamblea General de la OEA 2010, denominado “Paz, Seguridad y Cooperación en las Américas”, en el que participaron los ministros y ministras de relaciones exteriores y jefes y jefas de delegación de los estados miembros, celebrado en nuestro país del 6 al 8 de junio, que concluyó con la redacción y suscripción de la Declaración de Lima. Documento que en su ítem 8, los representantes políticos de los estados miembros, declaran “Su firme compromiso de promover la transparencia en la adquisición de armamentos”.
Ante este punto de la Declaración y todos los argumentos relacionados con él que expresaron varios participantes en la Asamblea, el Secretario General de las OEA, José Miguel Insulza, manifestó que "Es legítimo que se planteen utopías". Es mucho más coherente plantear la disminución de la compra de armamentos, que esperar o pedir la desaparición de ese gasto, señaló en una entrevista.
Evidentemente, es una expresión que no deja de ser severa y temeraria, pero que podría encerrar una dura verdad, sobre todo si viene de una persona que conoce al mundo mucho más que cada uno de nosotros a nuestra vecindad. Los tejes y manejes de un mundo cada día más bélico y armado hasta los dientes, en el cual, hasta los estados pobres y muy pobres, no dejan de invertir en pertrechos, soslayando otros campos donde las inversiones resultarías mucho más saludables y necesarias para el desarrollo de los pueblos, como la educación, la salud y la ciudadanía.
Por ello, amerita un reconocimiento y un aplauso que el deseo de “una cultura de paz y no violencia en todos los países del mundo” fuera el ideal que guiara todas las sesiones de la 40º Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, realizada en la ciudad de Lima. Y en cuanto a nuestras relaciones bilaterales con Ecuador, Rafael Correa precisó que este proceso político que ha concluido con un tratado de paz entre ambos estados, es “irreversible”. No hay marcha atrás.
Pero dado el periodo electoral que estamos viviendo, donde las opciones en competencia son variadas y hasta diametralmente opuestas, esperemos que las esperanzas y deseos de un mundo pacífico no se conviertan en meros discursos para las tribunas y que luego todo vuelva a su lugar, dejándonos con el amargo sabor de la frustración en nuestras vidas. Contrario a ello, que sea una realidad la frase de Rafael Correa, “lo mejor recién está por comenzar”.

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