Creo que el voto es soberano. Al
margen de si lo dicen o no las normas que regulan nuestro contrato social. Creo
que lo es[1]. Es soberano, y punto[2].
Ese minuto (60 segundos)[3] que permanecemos en la cámara
secreta, somos soberanos, cada uno de nosotros, sin distinción alguna
-realmente, sin distinción alguna-, constituimos el soberano. El que manda, el
que ordena, el que decide, el que su voluntad es ley sagrada. El legítimo. Eso
que llamamos pueblo, y que en una democracia es quien detenta el poder,
realmente lo somos durante esos 60 segundos que la ley nos permite permanecer
en la cámara secreta.
Debería de llamarse “CÁMARA
SAGRADA”, porque es sagrada, y nadie ni nada, puede ni debe interrumpir. Absolutamente
nadie, nada[4]. Ese momento es sacrosanto, lo más
santo y puro y supremo que uno pueda imaginarse en este perverso mundo colmado
de intereses macroeconómicos que todo lo pueden –precisamente, porque todo lo
pueden-, todo lo escupen, pisotean e intoxican. Por ello, la cámara secreta, es
un pequeño espacio aislado del mundo exterior. En este espacio, y durante este
minuto, eres el REY DEL UNIVERSO. Date el lujo de tomar tu propia decisión, sin
consultar a nadie.
Desde esta mirada, carece de
validez y coherencia, todo discurso que pretenda inducir tu voto. Carece de
valor, todo discurso que busque venderte la idea que tu decisión en aquella
cámara secreta, puede ser objeto de ser considerada correcta o incorrecta. Es
falso. Es mentira. Es mezquino.
Tu decisión en la cámara secreta,
sea la que sea, es soberana. No puede equivocarse, no es susceptible de
equivocarse. Tu voto, es soberano. Es ley. Es mandato. Es supremo.
Que tu voto por la opción tal, es
equivocada, dicen. No escuches. ¡IGNORA!
Que tu voto en blanco, favorece a
una determinada opción, dicen. No escuches. ¡IGNORA!
Que tu voto viciado, no es
responsable dicen. No escuches. ¡IGNORA!
Que no sabes votar, porque eres
analfabeto, dicen. No escuches. ¡IGNORA!
Que no sabes votar, porque eres
ignorante, dicen. No escuches. ¡IGNORA!
El voto es igual[5]. Todos los votos son iguales.
Ninguno vale más que otro. Seas profesional o no lo seas, seas joven o adulto,
hombre o mujer o de cualquier otro género, blanco o negro, rico o pobre, etc.
Los votos tienen el mismo valor.
Créelo, tu voto es soberano, y
solo es tuyo. No puedes equivocarte.
El voto informado, NO EXISTE. El
voto responsable, NO EXISTE, el voto correcto, NO EXISTE.
¡Todos los votos son iguales!
1 Pero las normas lo establecen. Y
protegen la soberanía del voto. La inducción al voto, por ejemplo, es un acto
punitivo. En el Artículo 2º de la Ley Orgánica de Elecciones Ley N° 26859,
leemos: “El Sistema Electoral tiene como finalidad asegurar que las votaciones
y los escrutinios traduzcan la expresión auténtica, libre y espontánea de los
ciudadanos, y sean el reflejo exacto y oportuno de la voluntad del elector
expresada en las urnas por votación directa y secreta”.
2 Artículo 176° de la Constitución
Política del Perú: “El sistema electoral tiene por finalidad asegurar que las votaciones
traduzcan la expresión auténtica, libre y espontánea de los ciudadanos; y que
los escrutinios sean reflejo exacto y oportuno de la voluntad del elector
expresada en las urnas por votación directa”.
4 Artículo 257° Ley N° 26859: “La
cámara secreta es un recinto cerrado, sin otra comunicación al exterior que
la
que permita la entrada y salida al lugar donde funciona la Mesa de Sufragio. Si
el recinto tiene, además, otras comunicaciones con el exterior, el Presidente
las hace clausurar, para asegurar su completo aislamiento”.
5 “El voto es personal, igual,
libre, secreto y obligatorio hasta los setenta años. Es facultativo después de
esa edad”, según el artículo 31° de la Constitución Política del Perú
(CPP). Las características del voto, también se indican en el Artículo 7º de la
Ley Orgánica de Elecciones Ley N° 26859.
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