lunes, 20 de julio de 2009

NUESTRO PAÍS, NUESTRO MUNDO

En el mundo, la actriz Farraw Fawcetty y el cantante Michael Jakson; en nuestro país, la cantante Alicia Delgado, el estilista Marco Antonio Gallego y últimamente la actriz Elvira Travesí (argentina de nacimiento). Todos ellos, fallecieron en la primera quincena del presente mes. Ictus cerebral, sobredosis de propofol (una anestesia que se utiliza para cirugías), celos enfermizos, robo y otros factores similares son las primeras conclusiones que han construido las investigaciones respectivas. Obviamente, en el mismo lapso, han fallecido un sinnúmero de seres humanos, pero no todos ellos tienen la dicha o la desdicha de ser capaces de ocupar y dominar las primeras planas y los titulares noticiosos. Los errores políticos, en unos casos; y las ambiciones, en otros, han sido también factores de “fallecimientos políticos” de personajes que en los últimos meses no han pasado desapercibidos para ningún compatriota. Es el caso de Yehude Simon (ex Presidente del Consejo de Ministros) y de Alberto Pizango (que también podríamos llamarlo ex presidente de AIDESEP, y que obedece a “consignas retrógadas, en palabras de Mario Vargas Llosa). Ambos, en el afán de permanecer en la escena pública -y política-, terminaron fuera de ella y con enormes responsabilidades sobre sus hombros y estampados indeleblemente en sus currículos. Y haciendo honor de una poco fallida y bastante estrafalaria facultad para ver el futuro, el congresista fujimorista Carlos Raffo, llamó “cadáver político” y “zombi” a Yehude Simon, aun siendo Premier. Pero también hemos presenciado sorprendentes resurrecciones. Rómulo León que volvió a la vida al abandonar la cárcel para internarse en su casa, y Néstor Kimper que ignora su arresto domiciliario para tomar el sol fuera de su casa vistiendo una modesta pijama o para disfrutar de algunas placenteras recreaciones hípicas, según algunos casuales e inoportunos testigos que no se callan nada, para nada. No podemos dejar de resaltar el trampolín -a la fama- de Javier Velásquez, que alcanzó el Premierato, en nuestro país; y de Roberto Micheletti a la jefatura del Estado, en Honduras. Este mediante un golpe de Estado, y aquel mediante un golpe de la dedocracia, que Alan García espera que sea el último de los equipos en su gestión, a pesar que sabe y asume que “la política es por esencia ingrata”. Un Premier que tiene una secretaria personal que es una exitosa empresaria en la industria de la construcción; un éxito que ha comenzado ha manifestarse en los últimos 2 años. Pero no debemos preocuparnos, porque Yehude, al momento de irse, nos ha garantizado que se han dado “pasos firmes en la lucha contra la corrupción”. Otro personaje, realmente defenestrado, ha sido el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, quien deberá someterse a juicio por corrupción y otros pequeños delitos, según Roberto Micheletti, el presidente designado en su reemplazo, que estará convocando a elecciones en el plazo más breve posible. Y mientras que Obama podría estar esperando y rogando para que el derrumbe de la democracia en Honduras, no termine por hundirlo a él; Alan García podría estar rezando para que nuestras prácticas democráticas no se vean amenazadas por esa bendita formula que ya todos hemos aprendido de memoria A(H1N1), y terminen en un final espantosamente porcino. Hasta podríamos sospechar que esa gripe es parte de un “conflicto continental” que ha logrado la “penetración externa” e instigado a algunos directores de instituciones educativas a desobedecer la ley que ordena el adelanto de las vacaciones de medio año, y alentar al gremio médico a protestar con paros y amenazas de huelgas. Pero que no cunda el pánico, porque para eso está el “partido del pueblo”, advierte Alan García, el “querido Presidente” de Yehude Simon, porque “pese a cualquier crítica su pensamiento está siempre en el Perú” (lo ha señalado en su carta de renuncia al Premierato), quien defenderá el modelo “pro sistema” que ya ha garantizado un “progreso espectacular” en los últimos años, en Lima y en la costa litoral, según Mario Vargas Llosa, en una cruenta guerra contra el “anticapitalismo, el nacionalismo y el racismo”. Sucede que nuestro escritor se ha permitido en estos días de turbulencia, confusión y temores, dentro y fuera de nuestras fronteras, escribir en un diario nacional su propio concepto de “desarrollo económico”: Multiplicación de empresas privadas e inversiones nacionales y extranjeras. Este fenómeno, para Vargas Llosa, es el único que garantiza, al Perú y al mundo, salir del atraso, la miseria y el desamparo, y enrumbarnos hacia la modernidad y la prosperidad digna de un paraíso terrenal. Democracia política y economía de mercado, es el modelo que curará todos nuestros males, nos asegura el escritor; así también como asegura, que después de la derogatoria de los decretos, fuentes de conflicto y de desgracia (que para él han estado “bastante bien orientados”), la única cosa que está garantizada, es que la Amazonía, nuestra Amazonía, seguirá siendo la zona más pobre, despoblada y explotada del Perú. Vargas Llosa, ahora, también lee el futuro. En otra escena, Alberto Fujimori acepta el hecho (léase, el delito) pero no la responsabilidad penal ni civil en la entrega de 15 millones de dólares de CTS a su ex asesor Vladimiro Montesinos, en los días previos a la navidad del año 2000, en su tercer juicio que enfrenta después de su extradición de la hermana república de Chile, en el año 2007. No obstante, la Fiscalía ha solicitado una pena de 08 años de cárcel para el ex dictador. Cesar Nakasaki, el abogado del acusado, indudablemente, volverá a ejercer el arte de la oratoria en este tercer round jurídico-legal. Pero Alan García, el Presidente de todos los peruanos -no necesariamente querido por todos ellos-, confía en “la fe de la inmensa mayoría”, que él mismo asegura, no comulga con la “filosofía del perro del hortelano” (¿quizás si, con la del perro del carnicero?). Es una mayoría inmensa, enfatiza, pero es silenciosa, pero de ella saldrán los nuevos liderazgos que defenderán a la nación de la “penetración extranjera”, impulsando el “ejercicio de la ciudadanía”; sin embargo, cuando un grupo de ciudadanos (¿de segunda clase?), ejercen ciudadanía, los considera utilizados y desinformados. Víctimas de “los odios e intereses políticos”, para Yehude Simon; y víctimas de “estúpidas mentiras”, para Vargas Llosa. Lo que sí, difícilmente algún compatriota podría dudarlo, es que el gobierno, en la guerra que ha declarado a los grupos “antisistema” que quieren aplicar recetas extranjeras, ha prometido que invertirá “más energía en el orden público”. No dudamos que el Ministro de Defensa, sin dudas ni murmuraciones, cumplirá la orden. Pero, ¿el neoliberalismo, es acaso, una receta no extranjera? “El país espera orden e inclusión social” recalcó Alan García, y eso se logrará, según sus palabras, enfrentándonos al “conflicto ideológico sudamericano” que ahora es mayor, más activo e invasivo... Nuestro país, nuestro mundo.

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