(Cortesía: Boletín Virtual de la UNPRG, Año I - N° 4). |
Elegidos los dos rectores, se
procedió a las respectivas juramentaciones. Julio Tello, quien despachaba en
los ambientes del Centro Pre-Universitario ubicado en la ciudad de Chiclayo
junto a sus vicerrectores: Jaime Collantes Santisteban, como Vicerrector
Académico; y Leopoldo Vásquez Núñez, como Vicerretor Administrativo; fue
reconocido por el rector saliente Francis Villena Rodríguez, para el periodo
comprendido entre el 12 de octubre de 2011 hasta el 11 de octubre de 2016.
Ezequiel Chávarry, el segundo
rector, fue reconocido por el Presidente de la Comisión Escrutadora; y desde
ya, empezó a despachar en la oficina rectoral ubicada en la ciudad
universitaria, conjuntamente a sus dos vicerrectoras: Enma Noblecilla
Montealegre (vicerrectora académica) y Gloria Cam Carranza (vicerrectora
administrativa).
No cabe pensar otra cosa que,
el rectorado, ha dejado de ser un ente representativo de la universidad abocado
a defender y promover el cumplimiento de sus fines y objetivos como institución
educativa de nivel superior, para convertirse en un elemento capaz de proveer
satisfacciones sin fin a quien ose
alcanzarlo, conjuntamente a sus aliados, menoscabando las normas establecidas
que regulan su funcionamiento. No puede explicarse de otra manera que
imaginando triquiñuelas y negociados apetitosos en su alrededor para que haya
tanta guerra por alcanzarlo.
Que de pronto aparezcan dos
rectores elegidos cuando la norma establece la elección de uno solo, en
salvaguarda del cogobierno y la democracia interna en la universidad, resulta
insólito. Desde una tribuna externa, se ve altamente vergonzoso, ruin,
mezquino, troglodita, vil. Que por alcanzar un cargo (si es que sólo imaginamos
que se trata de un cargo representativo), retornemos a nuestro antepasado
cavernícola, es un hecho que nos obliga a husmear en la búsqueda de los
factores causantes. Desde ya, imaginamos que son factores que ameritan un
repudio total y abierto, un enfrentamiento tenaz a fin de salvaguardar la
integridad institucional, y compensar los esfuerzos invertidos en promover la
vida democrática, la salud social, la equidad, los valores socialmente
aceptables.
La universidad, a quien
compete la mayor responsabilidad en la búsqueda de alternativas que ofrezcan
una convivencia humana propia de seres inteligibles y racionales, auxiliándose
de la ciencia, la investigación y la técnica,; que precisamente ella, muestre
incapacidad e ineptitud para regular su propia institucionalidad, indica que
hemos llegado, como dirían algunos psicólogos,
a nuestro “máximo nivel de inoperancia”. Desde ya, la universidad ha
dejado de ser tal. Se percibe entonces, que necesita, con suma urgencia, la
intervención externa, antes que emita su último suspiro de vida; aunque aquella
intervención externa —no ya la simple intervención del Comité de Orden y
Gestión—, no garantice el saneamiento institucional que ha sido infestado en su
totalidad, por el afán de poder y la competencia política incivilizada.
Lo sucedido en la primera
semana de octubre de 2011, fue catastrófico. Un caso extremo. La máxima
expresión de anti academicismo. A no ser que la politiquería, no la política,
sea considerada una estrategia de aprendizaje, como algunos docentes así lo insinúan,
lo dejan entrever, hasta lo predican… lamentablemente.
Una de las conclusiones de la
referida Comisión Informante, sostiene que las elecciones paralelas
“deslegitima todo acto electoral y que la existencia de dos rectores genera una
situación de conflicto de autoridades y hostilidad entre los miembros de la
Comunidad Universitaria”. Además de la participación irregular de
representantes graduados[1],
de la representación estudiantil[2],
la convocatoria a elecciones por parte del vicerrector académico[3],
la toma del claustro universitario, la suspensión de las actividades
académicas; la convivencia universitaria en la UNPRG se había convertido en una
convivencia insana, anómica e irrespetuosa de las normas democráticas y de toda
norma reguladora de la Universidad Peruana.
En suma, la Comisión
Informante, concluye que es imposible “una solución interna en la UNPRG”. Por
lo tanto, recomienda a la ANR, “tomar una decisión que posibilite el retorno a
la normalidad de las actividades académicas y administrativas” en dicha
universidad. Obviamente, la situación había adquirido características
insostenibles, y repudiables, por cierto; quedando una sola alternativa: La
intervención.
La gravedad de los hechos
estaba declarada, además de ser evidente no sólo por la comunidad
universitaria, sino, por la comunidad en general[4].
La ANR, emitiendo la Resolución N° 1176-2011-ANR (de fecha 14 de octubre de
2011), declara en “situación de ingobernabilidad y graves irregularidades
administrativas a la UNPRG”. En consecuencia, suspende al rector y
vicerrectores, conformando en su lugar, una
Comisión de Orden y Gestión[5]
por el plazo de 90 días, la que hará las veces de Consejo Universitario y de Asamblea
Universitaria; asimismo, su Presidente, el primer vicepresidente y el segundo vicepresidente,
harán las veces de Rector, Vicerrector Académico y Vicerrector Administrativo,
respectivamente.
Desde entonces, la Comisión de
Orden y Gestión (COG), asumió sus funciones y está gobernando a la UNPRG, en
aras de recuperar la estabilidad institucional, necesaria para su normal
funcionamiento. Ha modificado el Estatuto de la Universidad, el Reglamento
General de la UNPRG, ha nombrado personal administrativo, ratificó el Plan
Operativo Institucional (POI) 2011 y aprobó el POI 2012, legitimó nombramientos
y contratos docentes, aprobó el Reglamento General de Elecciones, entre otras
acciones de su competencia.
[1]
Quedó sin efecto legal la resolución que los proclamó
como representantes ante la Asamblea Universitaria, mediante Resolución N°
044-2009-CEU (de fecha 15 de mayo de 2009), emitida por el Comité Electoral
Universitario.
[2]
La vacancia de uno de ellos fue declarada por el
rectorado, debiendo ser declarada por la Asamblea Universitaria.
[4]
Los hechos fueron informados oportunamente por todos los diarios y semanarios
de circulación local, así como por la prensa televisada y radial, de la
localidad. La UNPRG, se convirtió en un tema cotidiano de la colectividad
lambayecana, de suma preocupación.
[5]
Conformada de la siguiente manera: Presidente: Dr.
Milthon Honorio Muñoz Berrocal (Ex Rector de la Universidad Nacional Agraria de
la Selva); Vicepresidente Académico: Dr. Manuel Enemecio Castillo Venegas (Ex
Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad
Nacional de Piura); Vicepresidente Administrativo: Dr. Segundo Arístides Távara
Aponte (Ex Decano de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la
Universidad Nacional de Trujillo).
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