viernes, 12 de septiembre de 2014

ABSURDAS MEDITACIONES


De alguna extraña manera, hemos llegado a una situación en la que creemos que la democracia es la mejor alternativa para una convivencia humana saludable; aún, sin haber logrado consensuar una idea de democracia. Y el estado, está jugando aquí su principal papel en lo que va de su historia, al menos, el estado peruano; e igualmente, de una muy extraña manera ha llegado a un punto en el que no tiene otra función que la de hacernos creer que el crecimiento económico de las empresas, de algunas empresas líderes en el mercado, significa, el crecimiento del país en su conjunto.

Asumir que la democracia es la mejor alternativa para una convivencia humana saludable, a costa de ignorar nuestra incapacidad para consensuar una idea sobre ella, y con el agravante de creer que significa el gobierno de las mayorías, es ya un absurdo en doble sentido. Ignoramos lo que es democracia, y creemos que es el gobierno de las mayorías. Doblemente absurdo, cruel.

Y el estado, en su papel de guardián de no sé exactamente qué, donde ser ateo es ya un imposible porque las religiones de todas las vestiduras (el mercado, por ejemplo, es un nuevo dios; la libertad, otro; la democracia, igualmente, etc.), gobiernan hasta nuestros silencios y meditaciones personales, nos hallamos de pronto en una época donde el término “posmodernidad” es insuficiente para explicarla.

De alguna extraña manera, todo es un absurdo, un sinsentido, una irónica mueca de nuestra propia inteligencia hacia nuestra propia inteligencia. El mercado, el estado, la democracia, la paz mundial, en fin, elementos de una nueva fe humana caída en su propio abismo de omnipotencia, para dar paso a la emergencia de un nuevo dios, el consumo: “Dime qué consumes, y te diré quién eres”.

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