martes, 21 de junio de 2016

EL MENSAJE DE LOS VOTOS BLANCOS Y VOTOS NULOS (I)


Así como podemos extraer diversos mensajes de los votos válidos, considerando la distribución entre los candidatos participantes, e interpretarlos a la luz de las ofertas electorales; también podemos hacerlo con los votos blancos y los votos nulos. Más aún, haciendo un comparativo entre la primera y la segunda vuelta de las últimas elecciones generales 2016, realizadas el 10 de abril y el 05 de junio, respectivamente.

En la primera vuelta, de los 24 departamentos[1], en 14 de ellos, los votos blancos y votos nulos, suman más del 20% de los votos emitidos. Y en 5 de ellos[2], más del 25%. Porcentajes relativamente regulares que invitan a una reflexión sobre la pertinencia entre las ofertas electorales y las demandas ciudadanas en los respectivos departamentos.

Hay una brecha, un abismo, una distancia aún insalvable entre los ofrecimientos de los candidatos y los intereses de un regular porcentaje de ciudadanos, lo que menoscaba el valor de la democracia como un mecanismo de regulación de la convivencia ciudadana, y como un paradigma alterno a otros que asumen a la violencia como principal arma de regulación. (De los 14 departamentos, 02 se ubican en la costa[3]; 07 en la sierra[4]; y 05 en la selva[5]. En ellos, residen el 35% de los electores hábiles del país[6]).


En la segunda vuelta, los porcentajes de votos blancos y votos nulos, se reducen, mostrando un intervalo entre el 5% y el 11%, en los 24 departamentos. 

Y cuando separamos los votos blancos de los votos nulos, el resultado es más sorprendente. A nivel nacional, y en la primera vuelta, los votos blancos alcanzaron el 12% de los votos emitidos, mientras que los votos nulos, el 6%. Para la segunda vuelta, los votos blancos se reducen drásticamente, al 1% (los votos nulos, se mantienen). Paralelo a ello, los votos válidos, suben de 83% (en la primea vuelta) a 95% (en la segunda).

La reducción más drástica de votos blancos, de la primera a la segunda vuelta, se observa en 04 departamentos[7]; se reducen del 19% al 1,5%. Similar situación se observa en el resto de departamentos, en los cuales los votos blancos en la segunda vuelta no superan el 2%; mientras que el porcentaje de los votos nulos, prácticamente, se mantiene.

En la primera vuelta compitieron por la Presidencia de la República, 10 organizaciones políticas[8]; en la que solo el 83% de los electores hábiles emitieron un voto válido. Ninguna de éstas 10 ofertas electorales, encajó con las demandas ciudadanas del 18% de electores que asistieron a sufragar, por ello ninguna de ellas, alcanzó el 50% más uno de los votos válidos.

Pero en la segunda vuelta, con solo 02 organizaciones participantes, los ciudadanos que decidieron emitir un voto válido suben a 95%. Si nos concentramos en estas 02 opciones políticas, ellas recibieron en la primera vuelta, solo el 61% de los votos válidos.

Es decir, los ciudadanos indecisos en la primera vuelta, optaron por dar su voto a una de las 02 opciones participantes, en la segunda vuelta. Ello podría explicar el llamado “antivoto”, lo que debilita la legitimidad de la organización política ganadora, en tanto triunfó gracias a los votos que no quisieron que triunfe la otra. Peruanos Por el Kambio (PPK), nombre de la organización política ganadora, liderada por Pedro Pablo Kuczinsky, no ha ganado porque su oferta proselitista haya encajado o satisfecho a la mayoría de los electores; sino, porque coyunturalmente, apareció como una forma de decir “NO” a Fuerza Popular (FP), la otra organización, liderada por Keiko Fujimori Higuchi.

Estamos asumiendo que el voto blanco indica indecisión: no se prefiere a ninguna de las organizaciones políticas participantes; y el voto nulo, rechazo a todas ellas. Aunque este rechazo podría también ser hacia el proceso electoral como mecanismo para la elección de gobernantes, en tanto, dichos gobernantes de turno, no han logrado atender las necesidades ciudadanas, o han tomado decisiones que han afectado negativamente sus intereses. Desde esta perspectiva, el voto nulo podría adquirir un significado similar al ausentismo. Aunque el ausentismo es objeto de estudio muy particular, conjuntamente con el abstencionismo[9]. En el primero, no asisten al sufragio por factores ajenos a la voluntad; mientras que en el segundo, se decide no participar en el sufragio, por propia voluntad.

En términos absolutos, son 3,754,927 de ciudadanos en la primera vuelta, y 4,071,219 en la segunda, que no han participado en la emisión de un voto válido. O han emitido un voto blanco, o un voto nulo, o simplemente, no han asistido a sufragar.  Del total de 22 millones de ciudadanos habilitados para sufragar, el 18% rechaza a las ofertas electorales, o quizá, al propio sufragio como un mecanismo inútil para proporcionar mejoras a sus vidas.





[1] Se incluye la provincia constitucional del Callao, que se ubica en el departamento de Lima.
[2] Amazonas, Apurimac, Huancavelica, Huánuco y Loreto.
[3] Piura y Ancash.
[4] Apurimac, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Huancavelica, Huánuco y Pasco.
[5] Amazonas, Loreto, Madre de Dios, San Martín y Ucayali.
[6] Según la ONPE, los electores hábiles para las elecciones generales 2016, fue de: 22,017,030.
[7] Amazonas, Huancavelica, Huánuco y Apurimac.
[8] Catorce figuraron en la cédula de sufragio, pero 04 de ellas, se retiraron días antes del día de las elecciones: Alianza Electoral Solidaridad Nacional, Perú Libertario, Perú Nación, y Partido Humanista Peruano; los votos que recibieron estas agrupaciones, fueron adicionados a votos nulos según resolución N° 0309-2016-JNE.                                          
[9] Uno de los teóricos que ensaya sobre estas variables, es Fernando Tuesta Soldevilla, exjefe de la ONPE.

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