viernes, 27 de marzo de 2009

EL GÉNERO EN LA ESCENA POLÍTICA

Jeannette Enmanuel Tejada (mujer con éxito, herbolaria y empresaria), es la última carta que se ha puesto sobre la mesa del juego electoral y ha provocado reacciones diversas dentro y fuera del circulo de Perú Posible (PP). Es que PP además de esforzarse en terminar la carrera con laureles y aplausos, pretende una continuidad en el poder y así mitigar el carga montón que ya están preparando quienes se han convertido —y se sienten— sus enemigos. El “fenómeno Jeannette” impregna una particularidad que ya le es propia a la política peruana en las últimas décadas, e incluso parece ser una demanda del electorado, de preferencia, el femenino. La participación e intervención de la mujer en los avatares que concierne a toda batalla electoral por la asunción a la máxima jefatura del Estado. Nombres como Lourdes Flores, Anel Townsend, Martha Moyano, Elvira De La Puente, Susana Higuchi, Mercedes Cabanillas, Martha Chávez, Gloria Helfer, Martha Hildebrandt, y muchos otros, revelaron la necesidad de la presencia de la mujer en el gobierno, iniciando una nueva página en la historia de la política en el país. En consecuencia, el que una mujer encabece las mediciones de las preferencias electorales para el proceso del 2006 —aunque para algunos ya ha tocado techo—, ha insinuado y tentado a las demás agrupaciones políticas en competencia, a jugar la misma carta para poder competir en esta contienda. Caso contrario, podrían sentirse en “desventaja” y perder toda esperanza de asumir un papel beligerante, quedando vergonzosamente marginados por un electorado tan caprichoso e impredecible, como actualmente se muestra el electorado peruano. Este electorado, que expresa un índice de masculinidad equilibrado, está insinuando sino, la sustitución del hombre por la mujer, en lo que a elaboración y conducción de políticas de estado se refiere, sí está demandando mayor participación de las mujeres en los quehaceres gubernamentales. No cabe duda que el género bajo ningún concepto debe convertirse en un recurso para justificar y perpetuar condiciones de desigualdad entre los seres humanos, sin embargo, que ello se constituya en un recurso de marketing político, sí que motiva a reflexiones y sesudos análisis de parte de quienes apostamos por un sociedad democrática y con equidad de género. Además, el género llevado a la política, motiva a resaltar y jugar con estereotipos machistas y feministas (“las mujeres no son ladronas ni corruptas”, por ejemplo), y despertar expectativas de un gran porcentaje de mujeres compatriotas que viven en condiciones de marginalidad y maltrato por parte del género masculino, facilitando el cultivo de una brecha infranqueable y agudizando la fragmentación de nuestra sociedad, entre hombres y mujeres. Además, apostar por la equidad de género no necesariamente implica que una mujer asuma jefaturas y cargos dirigentes. La equidad de género no se basa en la inversión de papeles ni sobre quién domina a quién, sino que en todos los espacios donde interactuamos, las relaciones deben basarse en la equidad, el respeto y la tolerancia recíprocos, y la igualdad de oportunidades. Diferentes, pero no desiguales. Si las encuestas le dan a Lourdes Flores el primer lugar, difícilmente refleja el apoyo a su discurso que no representa una alternativa a la política que desde el 90 nos está gobernando, la misma que ha ensanchado la brecha entre ricos y pobres. Puede reflejar entonces, el apoyo a su condición de mujer. E imaginando una segunda vuelta con Humala, en las elecciones generales del 2006, tendríamos una guerra de género. Pues, este último, ha hecho suyas las cualidades de un pensamiento y un discurso machistas: mando, autoritarismo, fuerza, audacia, paternalismo, etc. Si bien es cierto, la emergencia de la mujer es mas que una aspiración y deseo de organizaciones feministas; es ya una realidad y cada día más perceptible y dinámica, en nuestra sociedad. Esto parece haber sido admitido ya por las organizaciones políticas aspirantes a conquistar la jefatura del Estado. Y si ahora acuerdan designar a una mujer como candidata a la presidencia de la república, no necesariamente significa que hayan decidido apostar por la equidad de género, mucho menos, por la “liberación” de la mujer. Indudablemente, los afanes por la conquista del poder son tan irrefrenables que han visto en la “mujer candidata” un recurso para conquistar el mercado electoral y una sofisticada arma para, por lo menos, hacer una pelea digna y no dejar el camino tan libre a los competidores. (Artículo que publiqué en la página política del Suplemento Dominical del Diario La Industria de Chiclayo, el día domingo 11 de dicembre de 2005.)

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