lunes, 21 de septiembre de 2009

DE TAL PUÑO, TAL LIBRO

Tres décadas después de iniciadas las acciones armadas, que constituyeron “el episodio de violencia más intenso, más extenso y más prolongado de toda la historia de la República” (conclusión de la CVR), y 17 años después de su captura; sin ningún arrepentimiento expreso y con el puño en alto, Abimael Guzmán ha presentado su texto que ha generado controversias en la comunidad política y literaria del país, y quizás del mundo, en horas de la noche del día viernes 11 del presente mes, en el hotel Riviera, ubicado en el centro histórico y tradicional de la ciudad de Lima. “No es para tenerle miedo” opinó el “senderólogo” y ex miembro de la CVR, Carlos Tapia, porque sería como aceptar que su ideología es más poderosa que la ideología de la democracia. Pero Aurelio Pastor dio un paso adelantado, anunciando que la Procuraduría antiterrorista, ha denunciado ante el Ministerio Público, a los implicados en el delito de apología cometidos en la presentación del cuestionado libro. El abogado de Abimael, Alfredo Crespo, uno de los implicados, estuvo condenado y purgó prisión por 12 años por el delito de terrorismo (fue liberado el 14 de mayo del 2005 bajo la modalidad de comparecencia, acogiéndose a los Beneficios penitenciarios del D.L. 927, del 20 de febrero del 2003). Fue también presidente de la Asociación de Abogados Democráticos, considerado en su momento, el brazo legal de Socorro Popular, uno de los “organismos generados” de Sendero, jefaturado por Martha Huatay, aún en prisión hasta el 16 de octubre del año 2017. Para Aurelio Pastor, las palabras del abogado Alfredo Crespo en la presentación del libro, fueron “un llamado a futuras acciones armadas de terrorismo en el Perú”, también dijo que “es una exaltación a todo el proceso terrorista en el país”; pero Crespo ha respondido que no ha cometido apología porque no ha incitado “a la comisión o a realizar un hecho delictivo calificado como terrorismo”. Puede haber elogio, pero no apología, aclaró, y agregó que su patrocinado es un comunista fiel a sus ideas, pero “no es un terrorista”. Y sobre las cosas que se dicen en “De puño y letra” de Abimael Guzmán, señala que “es su versión, es su manera de ver las cosas”, aclaró en una entrevista televisada; así como otros tienen su versión de las cosas, de la historia del Perú, Abimael y sus camaradas, tienen la suya. Así como la CVR tiene su versión de la verdad, “que no es dueña de la verdad” dijo Crespo, los condenados por terrorismo, tienen la suya. El decano del Colegio de Abogados de Lima, también concuerda con la tipificación de “apología”, según el artículo 316º del Código Penal, que explica la existencia del delito cuando una persona “hace la apología de un delito o de la persona que haya sido condenada como su autor o partícipe”. En ese sentido, la apología no se ha cometido, han señalado algunos especialistas e interesados en el tema, con la publicación del libro, sino, en el acto de presentación del mismo. El apologista, en todo caso, es el abogado Alfredo Crespo, principalmente, porque ha ensalzado la figura de Abimael Guzmán Reynoso, sentenciado a cadena perpetua “por la comisión del delito de Terrorismo en su modalidad de Terrorismo Agravado en agravio del Estado”, el 13 de octubre del 2006, tres años y medio después que la Sala Penal Nacional declarara la nulidad de todo lo actuado en el Fuero Militar por el delito de traición a la patria. Felipe Osterling, ex Senador de la República, abogado y líder del Partido Popular Cristiano, declaró que es “un hecho absolutamente censurable” que Abimael haya escrito y publicado un libro, desde la prisión, siendo un “asesino y genocida”, y sugirió que esto debe ser cortado radicalmente. Luis Giampietri, primer Vice-Presidente de la República, también aseveró que Sendero fue derrotado en el campo militar, pero no en el político; y es en este campo que la guerra sigue avanzando. En tanto, el titular el Poder Judicial, Villa Stein, dijo que ninguna norma le prohíbe a Abimael, publicar un libro. Jorge Del Castillo, sostuvo que es un “libro basura” pero que “pretende lavar la cabeza a la juventud”; mientras que Mauricio Mulder, su colega de bancada, afirma que “un libro no le hace daño a nadie”. Sorpresa e indignación ha generado esta publicación, de la que se sospecha, podría generar una especie de estímulo y promoción hacia actividades delictivas e insurgentes —que mejor las entendemos, cuando las denominamos “terrorismo”—, en las jóvenes generaciones de ahora. Porque a los jóvenes apunta todo proyecto violentista, nos ha dejado entrever la CVR, en su informe final. Por ello, su llamado a todo el país, para “impulsar las reformas institucionales necesarias para que proyectos terroristas y totalitarios no encuentren nunca más eco alguno entre los jóvenes”. Pero hasta la fecha, se han publicado diversos textos. “En el banquillo, ¿terrorista o rebelde?” (agosto, 2007), que escribió Víctor Polay Campos, desde la prisión, el mismo que fue prologado por Armando Villanueva del Campo y presentado en el hotel Bolívar de Lima. De igual manera, desde la prisión, el ex asesor de Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos, hasta la fecha ha escrito y publicado tres libros: “Peón de ajedrez” (mayo, 2006), “Ídolos de barro. Los demonios de la guerra asimétrica” (setiembre, 2006) y “Guerra sin rostro” (setiembre, 2008). En el año 2006, Oscar Ramírez Durand, también publicó su libro titulado “El megajuicio de Sendero”. Pareciera que la lógica fuera: violar la ley, ser condenado, escribir y publicar un libro para mantener –u obtener– una fama que muchos personajes de la farándula envidiarían y para conquistar tribuna en cualquier espacio y tiempo, generando controversias nada positivas para la unidad nacional. “Hagamos una democracia de verdad, pero aprendamos a enfrentarnos firmemente a los que traen terror y odio”, sostuvo Alan García, en la ciudad de Ayacucho. Evidentemente, la condición de “persona humana” no la perdemos bajo ninguna circunstancia. Y las libertades de opinión, expresión y difusión del pensamiento (inciso 4 del articulo 2º de nuestra CPP), son fundamentales en una democracia, aunque no tan sólida como la nuestra, porque la fortalecen, la consolidan, la hacen más fuerte, y porque constituyen su razón de ser desde sus orígenes. Restringir estas libertades, es intoxicar la naturaleza espiritual e ideológica de la democracia, y es entorpecer el aporte individual que somos capaces de proporcionar, a favor de su evolución histórica, aun, cuando determinadas circunstancias, nos condicionen a pensar, desear y hacer lo contrario. Y también tenemos derecho a mantener reserva sobre nuestras “convicciones políticas, filosóficas, religiosas o de cualquiera otra índole” (inciso 18, artículo 2º de la CPP). Hablar o guardar silencio. La decisión le compete, sólo y exclusivamente, a cada individuo.

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