martes, 29 de septiembre de 2009

LA GENERACIÓN “N”

Entendemos que las acepciones otorgadas al término “generación”, son disímiles, más aún cuando se pretende señalar el lapso de pertenencia de alguna en particular. Ortega y Gasset prefería la fracción de tiempo de 15 años aproximadamente. Los nacidos en esa fracción de tiempo, pertenecerían a una misma generación. Sin embargo, cuando ya manifiestan las características particulares de su coetaneidad, se habla en términos de una década. Así hablamos de la generación del 60, del 70, del 80, del 90, etc. Cada generación en particular, expresa similitudes en el pensamiento, en las actitudes, en las aspiraciones, en fin. Por ejemplo, a los nacidos entre 1980 y 1994, aproximadamente, se les llama la Generación “N”. (Villaseñor Gómez) o también Generación “Y” (Gonzáles C.) o simplemente Generación del Milenio. Ellos y ellas son la generación del 2000 (de la primera década del siglo XXI). Esta generación, según Villaseñor, “se identifica plenamente con las nuevas tecnologías (la computadora, la telefonía celular, internet, etc.)”; además, es una generación que “tiende a ser independiente (y que) cuestiona la autoridad”. Será por ello que les fastidia pedir permiso y que les impongan normas de conducta. Y lo podemos constatar observando a nuestros adolescentes. Ellos y ellas conforman la Generación N (de “net”). Rebeldes sin causa, propensos a la violencia y al rechazo abierto a la escuela y a todo tipo de formalidad. En ellos y ellas, está más marcada esa actitud de dar la espalda a la coyuntura y de rechazar abiertamente toda actividad político-partidaria. No creen en nadie y sus aspiraciones son, a nuestro entender, “triviales”. Otro estudioso, Julio A. Fonseca, señala que ella “se distingue por una actitud desafiante y retadora... lo cuestionan todo, no quieren leer y sus destrezas de escrituras son pésimas”. Evidentemente, todo concuerda con nuestros muchachos y muchachas de hoy en día. Desapego a la lectura, a todo aprendizaje formal, me atrevería a insinuar. Asimismo, Fonseca, nos revela una característica de esta generación que nos preocuparía a todos: “Los ideales no son importantes”. Efectivamente, los últimos sucesos que involucran a nuestros adolescentes, así lo confirman. Dedican la mayor parte de su tiempo a la Internet. El chat es el deporte favorito, los mensajes de texto, los videojuegos y videofonos; el entablar relaciones de tipo sentimental o amical, superando todas las fronteras y distancias, con desconocidos, les fascina y los divierte sobremanera. No miden los costos que luego asumirán. El riesgo, la audacia, el atrevimiento y los desafíos; los atrae. Compiten entre ellos y ellas, quién es más audaz, quién es más atrevido, quién tiene su directorio de contactos electrónicos más numeroso, etc. Sin duda alguna, para evitar situaciones comprometedoras y peligrosas y otras tragedias que los convierta en víctimas de psicópatas y sociópatas de todo calibre, no hace falta prohibirles el uso de las tecnologías. Nuestra época es sofisticada. La tecnología es parte de nuestras vidas, y ofrece —a quién lo busque— un mundo muy distinto. La generación “N” busca un mundo distinto. Quizá, sólo necesita orientación. La responsabilidad es enorme y es compartida: Padres y madres de familia, docentes, autoridades y gobernantes, la prensa, líderes de opinión pública y todo personaje “significante”. Ellos y ellas, la generación N, señalan el aburrimiento que les produce la escuela, el desencanto de la política y las actitudes reprochables y negativas de las autoridades y gobernantes, sin distinción alguna. La generación N coloca en un mismo costal a los adultos. Para ellos y ellas, los adultos conforman ese mundo autoritario, hipócrita y mentiroso, canalla y estúpido, que no los comprende ni los entiende. Es un mundo que sólo da órdenes, y que jamás predica con el ejemplo. Un mundo contra el cual se debe luchar, diariamente.

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