domingo, 26 de diciembre de 2010

BIENVENIDO 2011

De todas maneras, la algarabía que expresamos al quemar el 2010, se ve alentada por las esperanzas guardadas en que el año que comenzará este sábado, nos traerá infinitas oportunidades de una mejora en nuestras condiciones de vida. Aún, cuando el 2011 se nos presenta con una sobrecargada agenda proselitista, variopinta y estrepitosa —con un stand electoral de viejos rostros, viejas ideas, y viejos artilugios—; aludiendo a nuestra condición de mestizos tercos, esperamos ansiosos las bienaventuranzas del nuevo año. En opinión del sociólogo Alberto Adrianzén, en esta oportunidad, tampoco observamos una renovación en los rostros e ideas de la política peruana.
Las pantallas, monitores y prensa escrita, nos informaron de las cenas navideñas y otras ceremonias afines, que muchos de nuestros candidatos que participarán en las lides electorales de abril próximo —los más favorecidos con las siempre sorpresivas mediciones de la intención de voto—, organizaron, apadrinaron, promovieron o simplemente aparecieron como invitados estelares o anfitriones misericordiosos.
Papa Noel, imagino, debió transformar su peculiar carcajada en un gesto adusto y de pocos amigos, al ver a tanto compatriota con tanto donativo bajo el brazo, con una sonrisa de comercial televisivo y vertiendo promesas cuasi celestiales, danzando codo a codo, con las necesidades ancestrales e ilusiones de niños y niñas, nutriendo sus ansias electorales, como se dice, con un “baño de popularidad”.
Superando tropiezos, discrepancias, celos y otras dificultades, se han consolidado nueve alternativas electorales, las cuales, no todas muestran con claridad el tinte ideológico que enarbolan ni presentan un plan de gobierno que resista un serio análisis técnico. No obstante, lo que en un primer momento se presagió como el fin de la vetusta polaridad izquierda-derecha, al caer el salvaje muro de Berlín; estos términos se han visto revividos como el fénix y fortalecidos, al son de slogan maquillados, pero aún, aferrados a concepciones tradicionales de matices irreconciliables, como el Estado y el mercado. La preponderancia de uno o del otro en los planes de gobierno, perfila la tendencia ideológica en las ofertas electorales. Incluso, la convivencia armónica y equilibrada entre ambos, que un sociólogo británico convino en llamar “tercera vía”, también aparece tímidamente en la escena.
El resultado de los acuerdos, negociaciones y pactos no siempre visibles ni transparentes a los ojos de la ciudadanía, son las planchas presidenciales que se han presentado en los diferentes medios de información. Una de ellas es la alianza denominada “sancochado” de la derecha, conformado por cinco agrupaciones políticas (Coordinadora Nacional de Independientes, Partido Popular Cristiano, Alianza para el Progreso, Restauración Nacional, y el Partido Humanista Peruano), inscrita en el JNE como Alianza para el Gran Cambio, postulando a la presidencia de la República, al ex Ministro de Economía y ex Premier del quinquenio gubernamental 2006-2010, Pedro Pablo Kuczynski.
Otra alianza electoral conformada con miras a conquistar el sillón presidencial en abril del 2011, es Gana Perú (Partido Nacionalista Peruano, Partido Comunista del Perú, Partido Socialista, Partido Socialista Revolucionario, Movimiento Político Voz Socialista y una fracción de Lima para Todos). Una alianza, por ejemplo, que pocos dudarían en calificarla de “izquierda” o “antisistema”. Están postulando a la presidencia, a Ollanta Humala Tasso, perdedor en los comicios del 2006. (Existen tantos partidos denominados “socialistas” en nuestro país, que uno empieza a dudar si en realidad tiene sentido eso que algunos llamaron, imaginaron, anhelaron o soñaron como “socialismo”).
Los partidos políticos, Perú Posible, Somos Perú y Acción Popular, por otro lado, aunque no han consolidado un nuevo nombre para la alianza electoral que han conformado, están lanzando a la jefatura del Estado, al ex presidente y economista Alejandro Toledo Manrique, uno de los beneficiados por los últimos sondeos de opinión que se han difundido, apareciendo en primer lugar, técnicamente empatado, con Luis Castañeda Losio. Éste, con su Partido Solidaridad Nacional y el Frente Independiente Moralizador, se han unido para respaldar su candidatura a la presidencia, después de una gestión de 08 años en la alcaldía metropolitana, no exenta de acusaciones por irregularidades en la gestión.
Rafael Belaunde Aubry, es otro candidato a la presidencia de la República, pero que se “lanza” solo al riesgoso ruedo de la competencia política, respaldado por su Partido Político Adelante. Rafael Belaunde, fracasó en el intento de conformar una alianza con Acción Popular, partido que fundara su fallecido padre, el arquitecto Fernando Belaunde Terry, ex presidente de la República.
Pero no todo es alianza, unidad y concertación en este festín proselitista. También, en esta resbaladiza pista de baile en la que se convierte el terreno político en todo proceso electoral, ahora más que nunca, debido al proceso de desideologización o a la heterogeneización y sincretismo ideológico que parece experimentar el mundo, producto del avance incontenible de la ola globalizadora, se producen rompimientos, divorcios, enemistades, fragmentaciones incurables, y hasta repentinos retiros de la contienda.
Es el caso del Partido Descentralista Fuerza Social, liderado por Susana Villarán, alcalde electa de la Municipalidad Metropolitana de Lima, quien desde Europa, dio por finalizada la alianza electoral —que en su ausencia, se conformó— con el Movimiento Nueva Izquierda y Partido Fonavistas del Perú. Villarán tildó de “error de criterio político sumamente grave” a la decisión tomada a sus espaldas. (El padre Marco Arana y su Tierra y Libertad, decidieron retirarse de la competencia, precisamente, por la decisión tajante de Susana Villarán de apartarse de las agrupaciones de izquierda que pretendían ir con Fuerza Social; agrupación que, en palabras del padre Arana, ha “derechizado” su discurso).
Otra alternativa que participará en las elecciones generales del 2011, es la congresista, ex primera dama e hija del ex dictador condenado a 25 años de prisión, Keiko Fujimori, con su alianza Fuerza 2011. Está acompañada en su plancha presidencial, por Rafael Rey y Jaime Yoshiyama Tanaka, conocidos líderes del fenómeno llamado “fujimorismo”, que se resiste a las leyes que condena a todo “árbol caído”. “Lo que cae, hay que empujarlo”, decía Zaratustra. Escapan a ésta metáfora, los fonavistas. Difícilmente podríamos tener la certeza de su presencia. ¿Están creciendo, decreciendo, o simplemente, nacieron para ser un permanente proyecto experimental?
En otra esquina, que para algunos es la esquina de los perdedores, se ubica la candidata de la estrella octogenaria. Sin ser aprista ni tener un pasado político como el de la mayoría de sus contendores, aferrada tan sólo a su género, siendo, hasta el momento, la única mujer aspirante a convertirse en Presidenta de la República, Mercedes Araoz, no huye de los desafíos, como las opiniones desfavorables de Armando Villanueva Del Campo y Javier Valle Riestra; viejos líderes apristas, que no asumen que sus rostros, apellidos y discursos, no guardan ninguna semejanza con todo aquello que podríamos considerar “nuevo”. Y nuevo, novedad, frescura, sin mácula ni pasado oscuro (en los discursos, propuestas, rostros y apellidos), es lo que demanda la ciudadanía después de tantas décadas —por no decir, siglos— de desengaños, desencantos y maltratos propiciados por los líderes de la política peruana. ¡Bienvenido, 2011!

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