domingo, 17 de julio de 2011

DECISIONES COLOSALES SIN OLOR A MULTITUD

“Con el levantamiento de la colosal estatua de Cristo en el morro solar de Chorrillos García quiere despedirse del gobierno con olor a santidad”, opina Sinesio López sobre la muy difundida decisión presidencial —incluida la colosal donación de 100 mil nuevos soles— de plantar una gigantesca estatua de Jesús de Nazaret que para el Cardenal Luis Cipriani, es una obra bendita, y ojalá en cada cerro haya una similar, expresó en su oportunidad, defendiéndose de, o atacando a los críticos e insatisfechos que aparecieron por todos lados.
Mientras que Aldo Mariátegui, fiel a su estilo entre sarcástico, zaheridor y punzante, anota que las críticas no se dirigen tanto a la estatua colosal (de 37 metros de altura) como sí a su promotor o donante —sin alusiones a su ego de igual o mayor tamaño—, el aún Presidente de la República, Alan García. En esta lógica, Aldo se permite una alegoría del Cristo con "El Ojo que Llora" en el Campo de Marte, que fue ejecutada sin el respectivo permiso del Alcalde de Jesús María de ese entonces ni siquiera de los vecinos, en honor o para no olvidar la desgarradora época fratricida que vivimos en las últimas décadas del siglo pasado.
Susana Villarán, Alcaldesa de Lima, se unió al grupo de los opositores y cuestionadores de la voluntad presidencial que sorprendió a todo el país —aunque no haya logrado congraciarse con él—, alegando que es un “Cristo igualito al del Corcovado”; es decir, pertenece o es el ícono de la fe de una ciudad foránea. “No es el Señor de los Milagros… no es el Cautivo de Ayabaca” arguyó la Alcaldesa, por lo tanto, resulta impertinente que se le coloque en el litoral limeño, sostuvo.
En algo tiene razón Susana Villarán. En el cerro Concorvado (713 metros sobre el nivel del mar) de la ciudad de Río de Janeiro (Brasil), desde hace más de tres cuartos de siglo, es una atracción turística y guardián de la fe carioca, una estatua similar conocida como “Cristo Redentor”. Pero de ahí, asumir razones de corte chauvinista para oponerse al levantamiento de la estatua en el Morro Solar en el distrito de Chorrillos, la cosa adquiere matices poco caricaturescos, que disminuye otras que aluden a conflictos de competencia o de intromisiones en circunscripciones ajenas. O para cubrir la inacción de 6 meses de gobierno —o desgobierno— metropolitano, dirían algunos.
El monseñor Luis Bambarén, —obispo emérito de Chimbote— a modo de poner paños fríos en medio de tan candente debate que ha entremezclado razones políticas y de fe —y hasta razones emocionales que trastocan o enuncian el ego de muchos involucrados o aludidos o autoinvitados a la polémica—, dijo que no solo debemos dar un sentido decorativo a la gigantesca estatua de la discordia, “sino de compromiso con Cristo y con el Perú de trabajar todos unidos por engrandecer nuestra patria”. Para ello, concluyó, es necesario tener un “corazón grande”.
Pero la polémica alrededor del “Cristo del Pacífico”, denominado así por Alan García, hubiera quedado en el baúl de las colosales anécdotas, sino fuera por la intervención del decano del Colegio de Arquitectos de Lima, José Enrique Arispe, quien ha indicado que la obra fue declarada por un valor de 82 mil nuevos soles, pero Alan García había señalado que costaba 833 mil dólares. Monto donado por la empresa brasileña Odebrecht —la misma que está ejecutando el proyecto Olmos en Lambayeque, y un tramo del tren eléctrico en Lima—. Si a esa suma le agregamos los 100 mil nuevos soles donados por el bolsillo de nuestro Presidente de la República (que de alguna manera nos confirma su célebre e inolvidable frase —no negada, por cierto—: “no seas c… hombre, la plata llega sola”), el costo total se eleva aún más. El arquitecto José Enrique, dijo que es un tema que debe ser investigado, porque sospecha que está rodeado de irregularidades.
A esta decisión colosal se suma una más. La del ciudadano peruano Alexis Ollanta. Nada más ni nada menos que hermano del presidente electo Ollanta Humala Tasso. Hasta la fecha no se ha confirmado si por iniciativa propia, a solicitud de la dirigencia de Gana Perú o por indicación expresa del próximo jefe de estado, viajó a Rusia a negociar, conversar o pactar tratados comerciales en nombre del estado peruano (pesca, minería, gas, etc.), mientras que Ollanta, presidente electo, dialogaba amenamente con el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Las críticas, desconciertos, profecías apocalípticas y gritos al cielo, no se hicieron esperar. En la mirada del humorista político Carlín, la presencia de Alexis en el país euroasiático sería una estrategia de Ollanta para “presionar” o apresurar decisiones bilaterales con Estados Unidos. Algo así como “o negocio contigo o negocio con el otro”.
Las explicaciones de la dirigencia de Gana Perú (agrupación política que respaldó la candidatura de Ollanta Humala), dadas hasta el cierre de la presente edición, han sido poco convincentes. Las opiniones de personajes políticos y articulistas de todo el país, han conformado un ramillete multicolor que se inclina a la duda y a la intriga. Apuntan a la actitud esquiva o demasiado prudente de Ollanta. Se trata que “dé la cara”, como dijo Keiko Fujimori, la candidata derrotada por él en la segunda elección presidencial.
Últimamente, la vicepresidenta electa, Marisol Espinoza, fastidiada por el acoso de un grupo de reporteros, declaró que para entender lo sucedido con la visita de Alexis a Rusia, era cuestión de “saber leer los comunicados”; porque para ella, sólo se quiere “arrinconar” al nuevo gobierno desde antes que asuma el mando. Pero Alexis, que desde la noche del miércoles 13 se encuentra en nuestro país, decidió no dar ninguna declaración a la prensa que lo esperaba en el aeropuerto internacional Jorge Chávez, como si tuviera una alta investidura diplomática o algo por el estilo, sobre su presencia en ese lejano país.
Para algunos, como para el líder del Partido Popular Cristiano, Luis Bedoya Reyes, todo apunta a crearle obstáculos o a debilitar la imagen del presidente electo Ollanta Humala antes que asuma la jefatura del estado este 28 de julio. Cosa que resultará nada saludable para el país, declaró Bedoya Reyes.
Pero la Comisión Permanente del Congreso saliente, ha decidió que el tema sea investigado por los nuevos congresistas que asumirán el cargo el 28 de julio. En este Congreso, Gana Perú no tiene mayoría, por lo que podría intuirse que tendrá que “negociar”, concertar, pactar, “arreglar” o acordar para librar de todo perjuicio a su Presidente, si la decisión de Alexis termina involucrando la violación de procedimientos establecidos en torno a las relaciones bilaterales entre estados soberanos y democráticos.
Próximos a celebrar nuestro 190 aniversario de independencia política; fecha en la que también un presidente se va (Alan García) y otro ingresa (Ollanta Humala). Ambos están rodeados de situaciones donde las decisiones y actitudes han sido menos que inesperadas y hasta desconcertantes. Pero también los asemeja el estar despojados del olor a multitud que, quizá, en algún momento de su carrera política los acompañó.
(Otra mirada del viaje del ciudadano Alexis a Rusia, nos induce a sostener que los clanes unidos por lazos de sangre, a partir de ahora, serán una peculiaridad de la política peruana. Los Fujimori, los Toledo, y ahora, los Humala. ¿Será porque la familia se ha convertido, ahora sí, en la última reserva de la confianza interpersonal en este país donde la institucionalidad ha perdido toda decencia y respeto?).

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