jueves, 23 de octubre de 2014

COMO SI NADA



O es parte del proceso de adaptación, o es parte del proceso de conversión de la novedad en cotidianidad. Décadas atrás, imagino, pudo haber producido tanta estupefacción e indignación que las calles se hubieran llenado de gritos de repudio y frases insolentes, cautivando la atención mucho más que una balacera a plena luz del día.

El caso de corrupción de funcionarios y lavado de activos, investigado por las entidades competentes, destapado en la ciudad de Chiclayo, recién empieza. Pero no podemos negar que tamaño fenómeno delictivo, logró convertir a Chiclayo, en una ciudad con algunas calles y avenidas que no tenían nada que envidiarle a un chiquero de cerdos. 

Nos indignamos, nos quejamos, gritamos, insultamos, pedimos ayuda…, por mucho tiempo. La respuesta: un Estado ausente, invisible, lerdo, inútil. Pero llegó la ayuda: la Fiscalía, Justicia y Policía, intervinieron; y la sorpresa y estupor ante fajos de billetes, artículos suntuosos y propiedades inmuebles evidenciados ante las cámaras, confirmaron las sospechas de la podredumbre decadente que hizo de la suyas durante varios años del gobierno provincial, saqueándolo cual vil “conquistadores” insaciables del siglo XVI.

Sin embargo, después de algunas semanas, todo vuelve a la normalidad; y la indignación y rabia generada en los primeros días del descubrimiento, se desvanecen al son de los discursos lírico-jurídicos del abogado especializado en estas defensas, que hizo su aparición, asumimos, al llamado desesperado de su patrocinado. Algo así como, “Ha robado, es cierto; pero no importa, está enfermo”; o para estar más a la moda: “Ha robado, pero ha hecho obras”.

Ya no sorprende, no asusta, no importa. En este país, nuestro país –aún-, se ufana de ser uno de los países campeones a nivel mundial de productor de casos de corrupción en sus distintas manifestaciones y dimensiones. Es una especie de asalto al Estado, por turnos. ¿Quién sigue…? Como si nada.

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