martes, 11 de noviembre de 2014

¿POR QUÉ DEBO TENERLE MIEDO AL ESTADO?



¿Por qué debo tenerle miedo al Estado? Si es un ente que existe en razón a mi existencia. A mi existencia como ciudadano, en tanto existo porque el otro existe. Y para poder existir necesito de la existencia del otro. Esa convivencia dinámica y sostenible, interdependiente, genera de por sí la necesidad de ser regulada por un ente con el poder de tomar decisiones y hacerlas cumplir a fin de salvaguardarla.

Mi existir y la del otro constituyen una convivencia que es a la vez, una infinita y entretejida red de interacciones, guiadas por el fin —ahora supremo, en concordancia a las teorías contemporáneas del desarrollo humano— de proporcionarnos recíprocas satisfacciones. Es el ideal. La utopía.

Entonces, concordamos tácitamente en la necesidad de conceder nuestra soberanía —sacrificarla— a merced de la voluntad de un ente que limite afanes desmedidos de algunos ciudadanos que, como yo, pretendan proporcionarse satisfacciones a costa —o generando— dolor y sufrimiento a los otros. Este ente, es el Estado. Estado que posee una autoridad, la cual descansa en el uso legítimo de la fuerza; pero es una autoridad que emana de mi existencia en tanto subsisto porque el otro también subsiste.

Es decir, en prime lugar, debo admitir que mi existencia depende de la existencia del otro; en segundo lugar, la existencia de ambos solo es posible siempre y cuando exista un ente, creado por nosotros, para que arbitre, regule, limite, norme y monitoree nuestra convivencia en aras de salvaguardar la existencia de todos, hasta la del mismo Estado. De este modo, el Estado es un ente necesario, vital.
Concluyendo, el Estado existe porque la convivencia ciudadana existe; y existe para preservarla, para protegerla, para defenderla, para sostenerla. Entonces, si yo soy parte de esa convivencia humana, que es la razón de la existencia del Estado, ¿por qué he de temerle?

Además, el Estado es hijo de la convivencia humana, y no a la inversa… ¿Será por eso que irradia un pánico parricida?



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